Miguel Guerrero: «La conducta suicida va a ser una de las consecuencias de la pandemia, es importante equiparnos y estar preparados”

En una suerte de paradoja, la luz y la energía del psicólogo especialista en Psicología Clínica, Miguel Guerrero Díaz, acompañan una conversación a distancia sobre suicidio. La mantenemos al hilo de la concesión de una de las Becas de Investigación Hestia al proyecto “Programa de Prevención e Intervención Intensiva en conducta suicida: efectividad de un proyecto multidisciplinar”, del que Guerrero es investigador principal.

P.- Necesario y valiente vuestro ámbito de investigación…

R.- Dentro de la salud mental que, ya de por si es un tema bastante tabú, más lo es el suicidio, que lleva también una serie de conductas, de comportamientos estigmatizantes por parte de la sociedad y del que cuesta mucho hablar, también en los medios de comunicación y a nivel sanitario. Es un compromiso ético el poder visibilizar este problema social que, como sabes, arroja cifras que son preocupantes  y todavía más en estos tiempos que nos ha tocado vivir de pandemia.  Sabemos que la conducta suicida va a ser una de las consecuencias socio-sanitarias que, seguramente,  vamos a sufrir a medio y largo plazo. Por tanto,  creo que es importante equiparnos y estar preparados, sobre todo, para intervenir con el suicidio que, obviamente, es un problema sanitario que consideramos como prioritario.

P.- En la presentación que hicisteis durante la entrega de las Becas y Premios Hestia que otorga la Cátedra Hestia en Atención Integrada Social y Sanitaria, remarcasteis la incidencia que este problema tenía en la Costa del Sol, ¿de qué índices estaríamos hablando?

R.- Las cifras en el suicidio siempre son muy controvertidas porque es muy difícil notificar los casos de suicidio, A veces, los sistemas de registro son muy deficientes y tampoco podemos tener certeza de que las cifras que manejamos vayan en ese camino. De hecho, la sospecha es que haya una  infranotificación. Málaga es una de las provincias que están en el top ten de España en cuanto a prevalencia, pero, afortunadamente, el área de la Costa del Sol Occidental, en términos de suicidio consumado, no es de las zonas geográficas que tenga más prevalencia, pero en cambio sí,  en tentativas de suicidio.  En referencia a la población que nosotros atendemos, en nuestro hospital, en 2020,  registramos 415 tentativas de suicidio.  Desde 2015 que venimos registrando cifras en el hospital, son más de 1.800 los pacientes que se han atendido con conducta suicida en el servicio de urgencias, excluyendo los pacientes con conducta suicida que están siendo atendidos o seguidos en  atención primaria y en las propias unidades de salud mental comunitarias (la prevalencia sería significativamente mayor) Sabemos, además por la literatura científica que en torno al 20% del total de los pacientes que se atienden en salud mental puedan tener en algún momento de su proceso ideación suicida. Estamos hablando de cifras que llaman la atención . Sirva de ejemplo este dato: en Málaga se produce un suicidio cada 48 horas. Es una cifra  muy preocupante y por tanto corresponde tanto a Málaga, como a Andalucía como comunidad autónoma, trabajar en la prevención del suicidio.

P.- En principio, el coste personal innegable, muy alto ¿y el coste económico, asistencial, de esta problemática también es muy alto?

R.- Hay estudios económicos que cuantifican el coste que tiene el suicidio en cuanto a la morbimortalidad. Incluyen no sólo el coste sanitario de la atención de un paciente con una tentativa de suicidio que pueda tener consecuencias físicas y que va a requerir un tratamiento médico intensivo y un tratamiento en salud mental, sino también en costes de bajas laborales que llevan asociados porque van a concurrir otro tipo de circunstancias que impidan o que interfieran gravemente en la vida laboral de una persona.  En términos de suicidios consumados, hablando de personas jóvenes, el coste laboral en número de años productivos perdidos, es muy alto al igual que la pérdida de años potenciales de vida.  Aunque sean difícil de estimar estas cifras,   y tampoco sea lo más importante, más que el coste social y económico, lo relevante es el grado de sufrimiento que irradia el suicidio en la sociedad en general, no solamente en las víctimas, en sus familiares, sino en los propios profesionales.  Eso es lo que yo creo que no se cuantifica pero, obviamente, el coste es alto.

P.- No está cuantificado pero sí que se intuye que existe porque el abordaje de vuestro proyecto es multidisciplinar, ¿no es así?

R.- Efectivamente, no solamente contamos las víctimas, personas que han fallecido por suicidio consumado, sino personas que, afortunadamente, sobreviven. Sobrevivir a un intento de suicidio también tiene unas secuelas psicológicas, sociales, también sistémicas dentro de la familia, importantes, pero si hablamos, por ejemplo, en términos de supervivientes, que es el término que se utiliza para referirnos a familiares y allegados de personas que han perdido a ser querido por suicidio, estamos hablando que en la provincia de Málaga son más de 1.000 al año. El impacto que la Organización Mundial de la Salud establece son en torno a seis personas afectadas que pasan a ser también población de riesgo porque  suelen también recurrir a la ideación suicida, con la fantasía de poder reunirse con su ser querido. En España estaríamos hablando de entre 70.000 y 90.000 intentos de suicidio, si lo multiplicamos por seis, como mínimo de impacto, estamos hablando de unas cifras altamente alarmantes. Es verdad que el abordaje es multiprofesional, porque, hoy en día, la salud mental no se entiende si no es trabajando a nivel multidisciplinar. Actualmente, los dispositivos de salud mental los integran psiquiatras, psicólogos clínicos, enfermería especializada en salud mental, trabajo social y, obviamente, en el programa de suicidio también tienen que intervenir cada categoría profesional con sus respectivas competencias porque creo honestamente que esto mejora la calidad asistencial de los pacientes.

P.- Concretamente, el proyecto que ha sido distinguido por la Cátedra Hestia,  ¿en qué consiste?

R.- Nuestro proyecto es una unidad de prevención e intervención intensiva en conducta suicida. Es un programa que surgió a nivel local, lo puse en marcha en una única unidad de salud mental comunitaria (USMC MarbellaI), pero debido a los resultados positivos que estábamos teniendo, en cuanto a salud mental y a satisfacción por parte de los usuarios, hemos ampliado la cartera de servicios, extendida actualmente al Área Sanitaria de la Costa del Sol Occidental, que potencialmente  cuenta con un censo de más de medio millón de personas. Ahora se integran en la Unidad Cicerón tres unidades de salud mental comunitarias, un hospital comarcal y los distritos de atención primaria que aportan 29 equipos de atención primaria.

Toda esa red de atención sanitaria, que es por dónde puede circular el paciente con conducta suicida, queda reorganizada con un circuito asistencial específico. Ofertamos una unidad que se dedica exclusivamente a la prevención indicada, entendiendo ésta como las estrategias preventivas dirigidas ya a personas que presentan ideación suicida con variable grado de intencionalidad de quitarse la vida y pacientes que hayan realizado una tentativa de suicidio . Una vez son atendidas en el ámbito hospitalario son derivados a esta unidad de prevención e intervención. Los objetivos fundamentales consisten en ofertar una psicoterapia intensiva y específica y monitorizar el riesgo de suicidio durante una ventana temporal que oscila entre un año y año y medio, en función de la gravedad de las tentativas.

Pretendemos estudiar la efectividad de las estrategias preventivas y las intervenciones clínicas previstas por la Unidad en la reducción de las principales variables clínicas diana (desesperanza, sentido de vida, apoyo social percibido y síntomas depresivos). Igualmente queremos comprobar si la atención del paciente suicida en la UPII permite una reducción del número de hospitalizaciones en Salud Mental, reducción del número de intentos y/o reintentos de suicido, eliminación de la intencionalidad suicida y descenso de la tasa de suicidio consumado en nuestra área sanitaria.

P- ¿En qué creéis que se traducirán estos resultados?

R.- Las diferencias estadísticamente significativas las vamos a medir en variables clínicas relacionadas con la gravedad de la conducta suicida y que conforman factores de riesgo psicológicos y sociales diana: el nivel de desesperanza, la ideación suicida, los síntomas depresivos, razones de vida y apoyo social, que serán medidas al ingreso en la unidad y al alta de la misma. Trabajamos para que el grupo de personas que tengan ideación suicida no pasen al acto, no hagan un intento autolítico; del grupo de personas que hayan realizado un intento, no exista un reintento; y, esperamos también reducir el número de hospitalizaciones, es decir, de pacientes que acudan a la UPI, se puedan contener de manera ambulatoria y no tengan que ingresar, porque los ingresos hospitalarios en salud mental, aparte del coste sanitario, también suponen una situación muy estresante para las personas con ideación suicida. Entendemos que el abordaje comunitario, ambulatorio sería el más ideal.

P.- Al presentar el proyecto, mencionasteis en el apoyo institucional recibido. ¿Por qué os parece interesante este apoyo y, también, una iniciativa como la de la Cátedra Hestia?

R.- Creo que ha sido uno de los elementos para que el Jurado haya fallado a favor de nuestro proyecto porque se da la peculiaridad de que es compartido por dos hospitales, el Hospital Universitario Virgen de la Victoria, que es donde yo trabajo que pertenece al Servicio Andaluz de Salud (SAS), aporta los recursos humanos, aunque físicamente la Unidad Cicerón se ubica en un hospital comarcal, la Agencia Pública Sanitaria Costa del Sol, que apoya fuertemente el proyecto y pone todos sus recursos disponibles al servicio de esta Unidad. Podemos añadir también al distrito sanitario de atención primaria que es otra institución diferente que también apoya el proyecto. Esto permite facilitar que lo autoricen y que movilicen los recursos suficientes y necesarios para ponerlo en marcha. La beca lo que permite fundamentalmente es operativizar todo esto, sabemos la financiación tan escasa que hay a nivel público. Para mi, personalmente, ha sido un premio en el sentido literal de la palabra, de reconocimiento y, obviamente, eso genera más motivación y más compromiso para poder trabajar y va a permitir logísticamente dotarnos de los materiales y las herramientas necesarias para llevar a cabo esta investigación que prevemos que dure un año.

P.- Un último mensaje…

R.- Animaría, sobre todo, a que se entienda que el estudio en la práctica clínica es muy importante, que nos preocupemos y ocupemos no sólo en qué se hace sino en cómo se hace. Los estudios de efectividad de programas, la base de nuestro proyecto, creo que es una cuestión muy ética puesto que en un sistema público de salud también hay que ser coste-eficiente. Es importante medir qué es lo que estamos haciemdo porque si hay cosas que funcionan se pueden extrapolar o se pueden generalizar a otras áreas sanitarias que se van a beneficiar y si hay cuestiones que no redundan positivamente en la asistencia del paciente suicida pues, obviamente, se eliminan y eso permite hacer el programa mucho más eficiente. El ánimo en publicar y compartir estos resultados está en que esto- el Proyecto Cicerón- no se quede solamente en Costa del Sol Occidental sino que también se extienda a toda la red sanitaria de Andalucía y equipararnos a otros recursos pioneros que hay en el resto de España.

Becas de Investigación Hestia

Impulsada por Fundación Hestia y Universitat Internacional de Catalunya, la Cátedra Hestia en Atención Integrada Social y Sanitaria concede anualmente las Becas de Investigación y Premios Hestia, con el objetivo de pretende incentivar la innovación y la excelencia en el ámbito sociosanitario y de la salud mental.

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